«Ni tú ni tus hijos deben beber vino ni bebidas fermentadas cuando entren en la Tienda de reunión, pues de lo contrario morirán.
Este es un estatuto perpetuo para tus descendientes, para que puedan distinguir entre lo santo y lo profano, y entre lo puro y lo impuro, y puedan también enseñar a los israelitas todos los estatutos que el Señor les ha dado a conocer por medio de Moisés».
Levítico 10:9-11
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Uno de los grandes temas del pueblo evangélico chileno es "beber o no beber" líquidos embriagantes.
Unos abogan por la moderación, otros la abstinencia total, considerando las altas tasas de alcoholismo de nuestro país.
Hemos conversado este tema antes; hoy nos remitiremos a tres indicaciones que son prácticas en el servicio al Señor y aun en estos tiempos deberíamos considerar.
Realizar el servicio al Señor sin ingerir alcohol es necesario para:
1.- Distinguir entre lo santo y lo profano.
2.- Discernir entre lo puro y lo impuro.
3.- Que la enseñanza de la Palabra sea clara y comprensible.
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Tal vez algunos argumenten que estas indicaciones son para los sacerdotes israelitas y que estamos "bajo la gracia", y todo eso.
Convengamos que cualquier grado de embriaguez puede afectar la ecuanimidad de una persona, más aún si ministra delante de Dios.
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Audiolectura de hoy:
Levítico capítulos 9-10