«¿Has notado cómo Acab se ha humillado ante mí?
Por cuanto se ha humillado, no enviaré esta desgracia mientras él viva, sino que la enviaré a su familia durante el reinado de su hijo».
1 Reyes 21:28 NVI
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Cuando escuchamos la historia de alguien malo (de maldad absoluta, que no será tanto), tenemos esta impresión, nunca podrá arrepentirse.
Pero nuestra comprensión del alma humana dista de ser muy amplia, el personaje más perverso e "irremediablemente roto" (como dice cierta doctora), tiene en el fondo una pizca de poder para volverse y darse cuenta su condición frente a Dios o a su prójimo.
El rey Acab era re' malo y su esposa Jezabel, peor.
Él tuvo una brizna de comprensión acerca de ese acto deleznable que había ocurrido (vea 1 Reyes 21) y del cual era protagonista junto a su esposa.
Pensando en la pregunta que se plantea ¿puede un malvado arrepentirse?
La respuesta es sí. Y también no.
Lo observamos en Acab y Jezabel. Él se arrepintió, ella no.
El acto de arrepentimiento genuino es una oportunidad que Dios da a toda persona.
Si hay arrepentimiento también habrá perdón, qué duda cabe.