Ya que Dios, en su sabio designio, dispuso que el mundo no lo conociera mediante la sabiduría humana, tuvo a bien salvar, mediante la locura de la predicación, a los que creen.
Los judíos piden señales y los que no son judíos buscan sabiduría, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado.
1 Corintios 1: 21-23 NVI
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Tenemos un opinión para casi todo.
Mira en Internet la cantidad enorme de columnas de opinión, no hay periódico o página que no tenga uno o varios columnistas -de deportes, política, farándula-, algunos con muchos seguidores.
No es muy diferente la época del apóstol Pablo.
Filósofos, sofistas, maestros, pensadores eran escuchados y seguidos con atención.
Se dice que el rey Salomón: " Disertó acerca de las plantas, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que crece en los muros. También enseñó acerca de las bestias y las aves, los reptiles y los peces."
Y muchos iban a oírlo.
El evangelio es más que una opinión divergente, una nueva teología o algunos maestros a quienes seguir.
El evangelio es una persona, Jesucristo.
Dios con nosotros, por nosotros y en nosotros.
Aunque sea un analfabeto o un intelectual renombrado, todos tienen una oportunidad de conocer a Cristo y pertenecerle..
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Audiolectura de hoy: 1 Corintios 1: NVI
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