martes, 15 de septiembre de 2020

Adicciones, el aplauso (parte uno)

Si recibes la corrección estás avanzando por el camino de la vida.
Pero si rechazas la reprensión, está garantizado que te equivocarás.

Proverbios 10:17 (paráfrasis)


¿Por qué algunas personas tienen una vida feliz   y otros van de fracaso en fracaso perpetuando los desatinos?
Hay muchas respuestas, complejidades y variables, pero uno de los síndromes que más me llama la atención es la búsqueda del aplauso.

Vidas sacrificadas en una constante búsqueda de aprobación social;  el dinero es importante,  -qué duda cabe-, pero el aplauso lo es más aún.
No solo los artistas que desean fama, personas comunes también buscan un amplio reconocimiento, lo podemos observar en  las redes sociales.
Una moderna canción dice: "Vivo por el aplauso, /aplauso, aplauso, /vivo por el aplauso, /vivo por el aplauso."

Desde niños nos gustaba que mamá o papá nos aplaudieran.
Descubrimos a muy temprana edad el efecto que provocábamos si hacíamos alguna “gracia”. De mayores ya no bastaba la aprobación de los progenitores, teníamos que ampliar el círculo, el colegio, el barrio, la ciudad, el mundo
Todo por ese gesto tan voluble, un aplauso.
Un like.
Un “me gusta”
Un pulgar hacia arriba.

Tan mimados estábamos que la disciplina o la corrección nos parecía el mayor de los sufrimientos. De adultos es más grave, nos duele en el alma que alguna persona se atreva a contradecirnos, más aún, a corregir alguna conducta que consideramos normal o legítima. Rara vez tenemos la capacidad de auto-disciplinarnos o auto-evaluarnos.
Los pertinaces cambios de humor  nos suelen jugar en contra; una extraña ceguera a vernos en falta.

La buena noticia como hijos de Dios es que el Espíritu habla a nuestro interior y nos "convence de pecado, de justicia y de juicio" (Juan 16:8) de tal manera que podamos recapacitar.

Sin duda el aplauso es una buena práctica para desarrollar una sana autoestima; pero dejar sin corrección una conducta es riesgoso para nuestra alma. Tal vez por eso el poeta pedía "examíname oh, Dios y conoce mi corazón; pruébame...ve si hay en mi algo que te ofenda" (Salmos 139:23-24)


#QuienTeCorrigeTeAma. 





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