sábado, 8 de enero de 2022

Y tú ¿qué cambiarías?

"No vivan ya según los criterios del tiempo presente; 
al contrario, 
cambien su manera de pensar 
para que así cambie su manera de vivir 
y lleguen a conocer la voluntad de Dios, 
es decir, lo que es bueno, 
lo que le es grato, lo que es perfecto. 

Romanos 12:2 (DHH) 

Cambiar 
 Del lat. cambiāre, voz de or. galo. Cambiar (DLE) 
1. tr. Dejar una cosa o situación para tomar otra. 
Cambiar DE: nombre, lugar, destino, oficio, vestido, opinión, gusto, costumbre. 
2. tr. Convertir o mudar algo en otra cosa, frecuentemente su contraria. 
Cambiar la pena en gozo, el odio en amor, la risa en llanto. 
3. tr. Dar o tomar algo por otra cosa que se considera del mismo o análogo valor. 
Cambiar pesos por euros. 
5. tr. trasladar (‖ llevar de un lugar a otro). 
7. intr. Dicho de una persona: Mudar o alterar su condición o apariencia física o moral. 
*

¡Ah!, qué difícil es cambiar. 
Doloroso,  costoso y hasta insoportable.
Pero estamos de acuerdo que se necesitan cambios. 
Las naciones se empeñan en nuevas constituciones, nuevas leyes; cambia el lenguaje, las costumbres, la cultura, la edad.
¿Es necesario cambiar? ¿Es definitiva esa necesidad?
¿Se puede? 
¿En qué tiempo es oportuno realizar cambios? 

Cuando el Señor conversa con Nicodemo le plantea un cambio radical que lo deja atónito. 
“Jesús le respondió:
—Te digo la verdad, a menos que nazcas de nuevo, no puedes ver el reino de Dios. 
—¿Qué quieres decir?—exclamó Nicodemo—. 
¿Cómo puede un hombre mayor volver al vientre de su madre y nacer de nuevo?” 
Juan 3:3-4 NTV 

No es sencillo comprender la necesidad de una transformación; nuestra tendencia natural es resistir lo desconocido, aparte que si estamos cómodos ¿para qué cambiar?
Pasamos una crisis sanitaria mundial. Muchos cambiaron de diversas formas, algunos experimentaron un gran progreso, otros se encapsularon en hábitos que habían abandonado. 

La vida es un estado permanente y un cambio constante. 
Tal vez es una paradoja. 
El Señor mantiene su creación para que sea vivible “Mientras el mundo exista, habrá siembra y cosecha; hará calor y frío, habrá invierno y verano y días con sus noches.” ; mantiene su amor y su propósito inalterable. Pero a la vez provoca una renovación -si es necesaria- para llegar a una plenitud histórica, como lo explica el apóstol Pablo: 
“Y el plan es el siguiente: a su debido tiempo, Dios reunirá todas las cosas y las pondrá bajo la autoridad de Cristo, todas las cosas que están en el cielo y también las que están en la tierra.” 
(Efesios 1:10 NTV) 

Entre nuestra inercia para cambiar y la vida que se impone, hay un momento adecuado, sin llegar a crisis que abruman. 
A menudo decimos “si hubiera tomado la decisión antes de…el resultado sería diferente.” 
Cada año nos hacemos propuestas de cambio. 
Enero tal vez sea el mes de las mejores intenciones. 
Dejar un mal hábito, adoptar una nueva rutina antes que llegue la debacle son buenas propuestas ¿no crees?
*

Un buen libro: la renovación de la mente


 


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