miércoles, 16 de agosto de 2023

La profecía más segura.


Y así tenemos la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones. 
Pero ante todo sabed esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal,  pues ninguna profecía fue dada jamás por un acto de voluntad humana, sino que hombres inspirados por el Espíritu Santo hablaron de parte de Dios. 
2 Pedro 1:19-21 LBLA 
Estaba en una fila para comprar pan. 
El hombre –un adulto- se movía con lentitud. 
Dudó del vendedor, pidió que le pesaran de nuevo sus compras, quería ver con exactitud que las cuatro láminas de jamón pesaran lo que había pagado. 
Tal vez pensaba que estaba solo y alguien lo quería engañar. 
Sentí un poco de compasión por esa persona desconfiada de lo mínimo y me pregunté si en las cuestiones eternas sería igual de dubitativo y suspicaz. 

El temor al engaño es ancestral. 

A veces con bastante razón, las noticias magnifican cada día todo tipo de subterfugios para timarnos a tal punto que el corazón humano pone todo en duda. 

¿Por qué querría Dios engañarnos?
En un acto unilateral envió a su Hijo, dio un claro mensaje, ofrece salvación por gracia, ama más allá de lo razonable ¿es tan difícil creer en la bondad del Creador?

“Más segura” es una declaración que bien vale considerar con seriedad.
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Audiolectura de hoy:
2 Pedro cap. 1








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