Por el gran amor del Señor
no hemos sido consumidos
y su compasión jamás se agota.
Cada mañana
se renuevan sus bondades;
¡muy grande es su fidelidad!
Me digo a mí mismo:
«El Señor es mi herencia.
¡En él esperaré!».
Lamentaciones 3:22-23 NVI
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