martes, 28 de julio de 2020

Instinto de conservación.

Pon atención a lo que te enseño; 
presta atención a todo lo que tengo que decir. 
Llena tu mente con mis palabras hasta que penetren profundamente en tu espíritu. 
Entonces, 
mientras meditas mis palabras, 
ellas irán entregándote sanidad y lucidez en el centro de tu ser.
Proverbios 4:20-22


En la semana que el gobierno anunció el confinamiento hubo largas filas en los supermercados, casi como si hubiera estallado una guerra.
Carros atestados de un cuantuay se proyectaron a toda pantalla en las noticias.
Es que el instinto de conservación se activa en las crisis, de eso no hay duda. Cada existencia individual se esfuerza por seguir siendo lo que es y defenderá su integridad contra todo ataque. El deseo de vivir está en los genes y lucharemos para preservarlo.

Vista esa reacción es  incomprensible que nuestras sociedades presten poca atención a las palabras sabias y el poco desarrollado instinto que manifiestan en sus hábitos personales.
Tal vez por eso tienen una reacción exagerada en un terremoto, un virus o un confinamiento.
Es en ocasiones de crisis cuando perdemos la ecuanimidad, la tierra se mueve debajo de nuestros pies como si fuera arena movediza, sentimos temor del momento, del futuro y de pronto nuestra fe tambalea, la confianza en Dios es puesta a prueba.

¿Cuál es el secreto de las personas que mantienen la paz y la calma aun en las peores circunstancias? Oír, prestar atención a las señales, la buena vida está disponible siempre en la Palabra de Dios que nos da una capacidad interna para resistir.
Tal vez esta pandemia está mostrándonos ese camino.


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