miércoles, 24 de febrero de 2021

Restaurar un corazón roto.

Es más fácil conquistar una ciudad 
que restaurar la amistad de la persona ofendida; 
los resentimientos levantan muros 
 difíciles de traspasar.

Proverbios 18:19 (paráfrasis) 

El padre nunca la pudo perdonar;  sus diferencias teológicas le llevaron a lanzarla del hogar con sus dos hijos pequeños en un día lluvioso. 
Jamás quiso volver a verla. 
¿Cuál es la ofensa tan grande que puede dividir a las familias? 
En mis cortos años no logré entender esas pasiones pertinaces, esos rencores obstinados que dejaron una huella indeleble de humillación en la vida de mi abuela Juanita, una mujer que sirvió a Dios hasta el fin de sus días. 
Su padre católico observante no pudo comprender que mi abuela se convirtiera en evangélica “hereje”.
A veces es el dinero que rompe las relaciones. Otras las ideas políticas, morales o religiosas. 
Los japoneses tienen esta tradición llamada kintsugi, reparan  los objetos con una pasta de resina y polvo de oro o plata; no ocultan las fracturas  sino que  las destacan para embellecer la pieza.
 
¿Y cómo puedes reparar un corazón roto? 
¿Cómo puedes detener la lluvia caer? 
¿Cómo puedes detener el sol brillar? 
¿Cómo puede un perdedor alguna vez ganar?
se pregunta en una antigua canción

 
Restaurar lo que se rompe es una ardua labor de paciencia, tiempo y ganas. 
Como creyentes devotos se nos aconseja que “no se ponga el sol sobre nuestro enojo” efesios 4:26, eso ayudará a que no se enquiste la ofensa en el corazón. 

Nuestro Señor perdonó al máximo, en el momento que es crucificado declara “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. 
Un gran amor puede pasar por alto una gran ofensa. 
El Espíritu Santo ayuda en las debilidades humanas.

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Ilustración tomada de aquí:  https://blog.goo.ne.jp/guinomisuki/69

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Un obsequio: Llegado marzo 2021 tal vez necesites un calendario más visual, aquí te dejo este.





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