Si una persona no escucha las instrucciones del Señor
no podrá rogar con fe en tiempos difíciles.
Proverbios 28:9 (paráfrasis)
Uno de los pasajes más aterradores (para mí) se encuentra en la carta del apóstol Pablo a los Romanos; en tres frases repite:
Por lo cual también Dios los entregó a (1:24) ,
Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas (1:26),
Dios los entregó a una mente reprobada (1:28).
Se comprende este proverbio nueve en el contexto de la ley y la retribución natural de las acciones humanas; visto a la luz de la Gracia de Dios podríamos meditar que el Señor nunca dejará de oír una oración.
Sin embargo hay una condición mínima, reconocer a Dios como digno de una interlocución.
¿Cómo podemos hacer eso si pareciera que nos alejamos sin retorno? ¿¡Cuánto esfuerzo hay que hacer para alcanzar el oído de Dios?
El mismo apóstol nos llena de esperanza:
“Pero Dios, cuya misericordia es abundante, por el gran amor con que nos amó, nos dio vida junto con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros pecados (la gracia de Dios los ha salvado)(…) Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie.” (Efesios 2:4-9 RVC)
A menudo la Gracia de Dios es incomprensible. ¡Qué digo!, la Gracia siempre es incomprensible, asombrosa, misteriosa y todos los adjetivos que se te ocurran.
Como sea, “la gracia que él nos da es mayor” que todas las debilidades, faltas y contradicciones humanas.
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