Una persona aumenta su riqueza
cobrando intereses con usura,
sin sospechar que otro
usará esa fortuna con liberalidad.
Proverbios 28:8 (paráfrasis)
Aquel prestamista nunca supo que su trabajo y su fortuna serían divididos entre sus tres esposas (con las que tuvo dos costosos divorcios) y sus muchos hijos; uno de ellos liquidó la fábrica de bolsas de papel que le heredó y canceló todo lo adeudado a los antiguos obreros.
Mi madre tenía este dicho “la vida da muchas vueltas”, imagino por eso de la ley de retribución que es tan frecuente en los proverbios.
Desde tiempos inmemoriales se ha discutido si es lícito cobrar interés por un préstamo, sea dinero, objetos u otros bienes. Filósofos, teólogos, cientístas políticos, abogados, todavía no se ponen de acuerdo en el tema, aunque todos coinciden que la usura es un abuso contra la caridad y una mala práctica social.
El dinero no es tuyo.
El dinero es una herramienta que puede ser usada para tener relaciones más justas o por el contrario, malsanas.
En el complejo mercado financiero, la ley chilena 18.010 (art 6) es específica en el trato, tanto en los prestadores como los deudores. Sin usura.
También la Palabra de Dios es específica:
Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura. (Exodo 22:25) Hemos conversado en entradas anteriores sobre prestar, donar o ser aval.
Aún más, el Señor Jesucristo sube la vara de los tratos financieros: “y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.”
(Lucas 6:35)
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La pintura es de: Marinus Van Reymerswaele
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