Les daré un nuevo corazón y derramaré un espíritu nuevo entre ustedes; quitaré ese corazón de piedra que ahora tienen y les pondré un corazón de carne.
Infundiré mi Espíritu en ustedes y haré que sigan mis estatutos y obedezcan mis leyes.
Vivirán en la tierra que di a sus antepasados; ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Ezequiel 36:26-28 NVI
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Cuando los profetas -en este caso, Ezequiel- hablaban del futuro, era con la clara intención de que el pueblo, cada oyente, cada lector, se volviera al Señor.
Ver el futuro no es una cuestión de esoterismo o especulación.
La visión del futuro es la necesidad del presente, el cambio radical que ocurre por la gracia y el favor de Dios cuando, en el momento más oscuro de una nación o una persona, se logra crear la esperanza.
El 31 de julio de mis treinta años de vida, me encontraba con los judíos en el destierro, junto al río Quebar, en Babilonia, cuando se abrieron los cielos y tuve visiones de Dios.
Eso ocurrió durante el quinto año de cautividad del rey Joaquín.
(El Señor le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios;] y él sintió que la mano del Señor se apoderó de él)
Muchos siglos pasaron para que otro se atreviera a declarar en público estas palabras.
El Señor Jesucristo se las apropia:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido
para anunciar buenas noticias a los pobres.
Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos
y dar vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos,
a pregonar el año del favor del Señor».
Lucas 4:18-19 NVI
Más aún, el Señor proclama una continuidad profética sobre los creyentes: Les aseguro que el que cree en mí también hará las obras que yo hago y aun las hará mayores, porque yo vuelvo al Padre.
vi al Señor sentado en un majestuoso trono, y el borde de su manto llenaba el templo. Lo asistían poderosos serafines, cada uno tenía seis alas. Con dos alas se cubrían el rostro, con dos se cubrían los pies y con dos volaban. Se decían unos a otros: «¡Santo, santo, santo es el Señor de los Ejércitos Celestiales! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!».
Isaías 6:1-3 NTV
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La pregunta surgió en una clase ¿existen profetas hoy?
¿Qué tanto tenemos que creer en ellos?
El apóstol Pedro nos aclara un poco la panorámica:
"Además, contamos con la muy confiable palabra profética, a la cual ustedes hacen bien en atender, que es como una antorcha que alumbra en la oscuridad,..."
1 Pedro 1:19 RVC
A diferencia de la primera iglesia, hemos heredado una guía de fe completa y confiable.
Las Escrituras se aclaran con las propias Escrituras, desde el primer libro hasta el último.
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Audio de hoy: Introducción al libro de Isaias, parte 1 y 2
"Don sobrenatural de origen divino que permite el conocimiento de hechos futuros.
Predicción hecha por un profeta.
Conjetura basada en indicios o señales:
las profecías de las operadoras financieras resultaron exactas.
Cada uno de los libros canónicos del Antiguo Testamento en que se contiene los escritos de cualquiera de los profetas."
¿Qué es ser profeta o una profetiza del siglo XXI?
¿Quién lo ha sido?
¿Realmente hay profetas en la actualidad?
El ser humano tiene esta inquietud, saber el futuro.
Los videntes verdaderos (o falsos) tienen gran éxito; los consejeros en finanzas o augures de mercado son apreciados en su medio. Se busca seguridad para invertir o iniciar un proyecto.
El conocimiento previo da estatus y un cierto poder.
¿Qué sucede si el profeta, vidente o adivino tiene un mensaje de desastre, ruina y desesperación?
Iniciamos hoy un interesante recorrido por los libros proféticos de la Biblia.
Unos breves, otros extensos, todos provocan emociones y llevan a decisiones fundamentales.
Una maratón de largo aliento, con todas las dificultades propias de una competencia.
Leer la Biblia en un año o un poco más, requiere de esa disciplina en el tiempo, día a día, con frío, calor, lluvia, sequía, imprevistos, idas al cementerio, viajes al hospital, trabajo para sustentar la familia, mil actividades que desean nuestra atención.
Pero la meta sigue ahí, llegar al Apocalipsis 22:21 incólumes. "La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes. Amén"
Aún teniendo un sistema de justicia honesto y creíble, muchos ciudadanos tienen la sensación que la justicia no es lo suficientemente justa y no tiene la prisa suficiente en la aplicación de los fallos, además de una amplia cantidad de pruebas y trámites que encarecen el proceso.
El escritor eleva la mirada hacia Dios con la convicción que temprano o tarde la justicia se impondrá.
Porque podría suceder que en la espera de justicia se vaya la vida.
Sería tan sencillo vivir cada momento, disfrutar una comida caliente en invierno y fresca en verano; tan sencillo vestir para abrigarse y no para demostrar estatus o pertenencia a alguna tribu.
Sería tan sencillo tenderse en la playa a oír el mar o en un prado a mirar cómo vuelan las nubes.