lunes, 28 de diciembre de 2020

Agradar a Dios trae paz al medio-ambiente.

Es agradable al Señor 
cuando sus hijos toman decisiones coherentes con su devoción; 
Él dará gracia para que,  aun si tuviera enemigos, estos deseen la paz recíproca. 

Proverbios 16:7 (paráfrasis)

¿Has tenido alguna vez un enemigo? 
¿Un vecino que te agrede verbal o físicamente? 
Buscas la paz, buscas la concordia pero la violencia se ha instalado como una fuente de humillación. 
Un día, de pronto un día sientes que en el aire algo ha cambiado. El vecino toca tu puerta y su rostro es otro, te saluda, pide disculpas; está irreconocible y no entiendes cómo ha sucedido. 
El ser humano desea agradar; unos a sí mismos, otros a sus amigos y algunos desean agradar a Dios. 
Es interesante el resultado de buscar la complacencia de Dios, habrá paz a tu alrededor. 

¿Cómo podemos ser agradables al Señor? 
Tenemos el modelo, Jesús. 
El Padre dijo de Él: También se oyó una voz del cielo que decía: «Tú eres mi Hijo amado; estoy muy complacido contigo». (Marcos 1:11 
¿Cómo es posible que siendo tan frágiles y precarios podamos de alguna manera agradar a un Dios que lo tiene todo? 
No son nuestras obras sino las suyas en nosotros. 
Porque cuando nos mira ve a Cristo en ti y en mí. 
El favor de Dios es a través de Jesús, su obediencia incondicional, su sacrificio absoluto, su vida toda.

Para agradar a Dios es imprescindible iniciar la ruta leyendo los evangelios.



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