La alegría de la ancianidad es tener nietos,
es glorioso que realmente los hijos valoren a sus padres.
Proverbios 17:6 (paráfrasis)
Hay en este proverbio la imagen de una familia feliz.
La alegría de ser padres es profunda y común a los seres humanos.
Sin embargo la alegría de ver los nietos crecer la supera, tal vez porque en la juventud hay una variedad de intereses en sostener un hogar que en la ancianidad ya se han superado; el enfoque se intensifica hacia las relaciones familiares y se aprecian los lazos construidos a través de los años.
Es un trabajo de paciencia y un sinfín de cualidades que Dios da en su Gracia para edificar una familia y disfrutar de nietos, biznietos y algunos hasta tataranietos. Como dije antes, “Roma no se construyó en un día”; todos los componentes de una familia contribuyen a la solidez de ella de tal manera que el tiempo ni las distancias la destruyan.
Conozco familias unidas.
No pocas.
Me siento privilegiada de haber vivido esta época y verlos progresar en sus finanzas, hijos y nietos creciendo, cuidando los unos de los otros, perdonando, orando, ayudándose.
Algún suspicaz refuta esta visión, que siempre hay fracturas en las familias, que no es “oro todo lo que brilla”. ¿En qué vida no hay cicatrices que hablan de fisuras y accidentes? Vivimos en un mundo falible, lo grandioso es construir una casa estable a pesar de eso.
Pintura de: Eugenio Zampighi (italiano, 1859-1944)
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