La vejez con sabiduría
coronará a la persona con dignidad y honor,
porque se necesita toda una vida de rectitud
para adquirirla.
Proverbios 16:31 (paráfrasis)
Conocí un hombre santo.
Y un par de mujeres.
Los escépticos tal vez duden que los haya. Sí, no solo uno o dos; en el curso de la vida he visto algunos y me anima recordarlos.
Como las piedras preciosas, esas personas tienen un brillo natural que nos detiene a observarlos.
¿Cómo hacen para soportar el sufrimiento?
¿Qué responden cuando son humillados?
¿Cuál es su propuesta de justicia?
¿Qué medidas toman en asuntos financieros?
¿Cómo se relacionan con sus enemigos (si los tienen)?
Cuando nuestro profesor de Evangelios Sinópticos ingresaba a la sala esta se llenaba con su presencia.
De grandes ojos claros, pelo rizado, alto y elegante, amable.
La clase –nos parecía- duraba apenas un instante. Nos hacía sumergirnos en épocas pasadas como si los hechos hubieran sucedido la semana pasada; la viveza de sus palabras nos transportaba.
Había en él un halo indescriptible. Nunca un gesto amargo, jamás una palabra descalificadora, ni un comentario desproporcionado. Alguna vez me he preguntado cómo sobrellevó la muerte de su esposa y su hija mayor en un accidente cuando él estaba de viaje en una misión. Durante los años que siguieron sirvió al Reino de Dios y enseñó a cientos de jóvenes hasta el fin de sus días.
Un hombre honorable.
Las personas mayores que han recorrido el largo y a veces estoico camino cristiano con perseverancia, merecen respeto y consideración.
Dios los corona con dignidad, aunque nuestra mirada los olvide "sus obras los acompañan". (Apocalipsis 14:13
Doy gracias a Dios por cada estación de la vida.
"El Dios único, Salvador nuestro, tiene poder para cuidar de que ustedes no caigan, y para presentarlos sin mancha y llenos de alegría ante su gloriosa presencia. A él sea la gloria, la grandeza, el poder y la autoridad, por nuestro Señor Jesucristo, antes, ahora y siempre. Amén." (Libro de Judas 1:24 DHH)
No hay comentarios:
Publicar un comentario