Una persona prudente
comprende de inmediato su equivocación
cuando es corregido;
por el contrario,
una persona obstinada
volverá una y otra vez al mismo error.
El hombre rebelde
promueve la violencia
hasta que un día se enfrenta
a uno más violento que él.
Proverbios 17:10-11(paráfrasis)
Bastó una mirada del Maestro para que el apóstol Pedro se arrepintiera.
“En ese momento, el Señor se volvió y miró a Pedro.
De repente, las palabras del Señor pasaron rápidamente por la mente de Pedro: «Mañana por la mañana, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces».
Y Pedro salió del patio, llorando amargamente.”
Lucas 22:61-62
Saber cuándo hemos “metido la pata” será lo que salvará nuestra vida, saberlo nos llevará a enmendar el rumbo.
1.- Comprender dónde estuvo el error.
2.- Reconocer lo que se hizo mal.
3.- Reconocer responsabilidad
4.- Expresar congoja, verbal o escrita.
5.- Ofrecer una reparación adecuada a la falta.
6.- Si es posible, evitar que la amargura introduzca una raíz en la relación.
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