jueves, 4 de marzo de 2021

Diamantes de sangre.

La riqueza atrae amigos como la miel a las moscas; 
si el infortunio toca a tu puerta 
vendrá acompañado de la soledad. 

Proverbios 19:4 (paráfrasis) 

Hace unos días estuve mirando la vitrina de una joyería. 
Observé un hermoso diamante engarzado con delicadeza en un anillo. 
Ni siquiera tenía precio de exhibición, tal vez para no amedrentar a posibles compradores o para no tentar delincuentes. 
Y pensé, ¿será un diamante de sangre? 

En 1992, tras la ruptura de unos acuerdos de paz con el gobierno angoleño, Savimbi envió a sus efectivos de UNITA, a apoderarse del valle del Cuango, en el norte del país, rico en diamantes.
Como reacción, los gobiernos sudafricanos productores de diamantes decidieron reunirse en Kimberley, Sudáfrica, en mayo de 2000 para abordar este problema. 
La certificación Kimberley es la de impedir que el comercio ilegal de diamantes en bruto, llevado a cabo por movimientos rebeldes en algunos países africanos, sirva para financiar la adquisición de armas para dichos movimientos, minando al mismo tiempo los ingresos legítimos de los países productores de diamantes. De modo que los 81 Estados representados (incluyendo a los 28 de la Unión Europea) no pueden importar diamantes en bruto a menos que éstos vayan acompañados de un certificado válido. 

¿Por qué se aspira tanto a la riqueza? 
Sin duda la riqueza da poder. 
Estatus. 
Seguridad. 
Placer. 
Un círculo de protección de bienes y servicios de los que no se desea prescindir. 

La pobreza no es una aspiración social. 
Nadie se levanta por la mañana soñando con que será más pobre, eso es una paradoja. 
De ahí nace la teología de la prosperidad, los diamantes de sangre y todos los demás absurdos humanos.
La riqueza se desea, íntima o públicamente. 
Tal vez deberíamos morigerar nuestras ambiciones y enfocarnos cuerdamente en los propósitos del Señor para nuestra vida. “Después de todo, no trajimos nada cuando vinimos a este mundo ni tampoco podremos llevarnos nada cuando lo dejemos.  Así que, si tenemos suficiente alimento y ropa, estemos contentos.  Pero los que viven con la ambición de hacerse ricos caen en tentación y quedan atrapados por muchos deseos necios y dañinos que los hunden en la ruina y la destrucción.” 1 Timoteo 6:7-9 NTV


***

***
Certificación Kimberley:

***

Lenguas antiguas: latín.

"domus avaritiae, domus tristitiae. "
 Casa de la avaricia, casa de la tristeza. 
 Expresa lo mismo que el viejo dicho castellano “el avaro nunca está contento”.
Tomado de aquí,



No hay comentarios:

Publicar un comentario