"Usted sabe muy bien que yo no he hecho nada malo contra los judíos.
Si lo hubiera hecho, no me importaría si como castigo me mataran.
Pero si lo que ellos dicen de mí no es cierto, nadie tiene derecho de entregarme a ellos.
Yo pido que el emperador sea mi juez."
Hechos 25: 10-11 TLA
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Cierta vez tuve que concurrir a un tribunal.
Colisionamos, un motoquero y yo en una intersección.
Ambos salimos averiados.
Ninguno canceló multas; cada uno pagó sus propios daños ya que el veredicto determinó responsabilidades compartidas.
La administración de justicia es difícil de comprender y, a menudo, no se está de acuerdo con las decisiones de los jueces.
No es agradable estar en un juzgado por ningún motivo; menos si se es inocente.
El apóstol recurrió a su derecho de romano. No se negó a recurrir a la ley humana y llevar su caso ante un tribunal más calificado.
Si te llega una citación es mejor enfrentar los hechos con la mayor entereza y encomendándose a Dios por ayuda.
Mi amiga Teresa cierta vez me dio un consejo: "Nunca vayas sola a un hospital o a un tribunal."
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Diez ruinas de Roma:
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