Es un hecho que, por la voluntad de Dios, David sirvió a su generación y, cuando murió, se fue a reunir con sus padres; pero su cuerpo se corrompió.
Sin embargo, el cuerpo de Jesús no se corrompió, porque Dios lo resucitó.
Lectura previa: Hechos capítulo 12
Hechos 13:36-37 RVC
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Celebramos la pasada Semana Santa con un pantagruélico surtido de mariscos, viajes al mar Pacífico o un periplo por la zona central, aires cordilleranos y visitas a la familia.
Tres días feriados no se pueden desperdiciar ¿no?
Más allá de las delicias culinarias o los abrazos pospandemia, la resurrección de Cristo nos une con un lazo indisoluble.
Él y solo Él es el motivo de tanto júbilo, tanto festejo, tanta alegría.
Porque Cristo es nuestra vida y nuestra esperanza.
Si celebraste por otra cosa, has perdido el quid de la fiesta.
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