La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!
La noche había iniciado su período de descanso; las calles ya estaban vacías. 2 Corintios 5:17 NTV
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No habría testigos de la visita de Nicodemo a Jesús.
Con perplejidad el hombre –un erudito- hace preguntas que han ilustrado a todas las generaciones.
— ¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? —preguntó Nicodemo.
—
— ¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer?
— ¿Cómo es posible que esto suceda?
El Señor Jesús le da una clase magnífica de perdón, propósito y doctrina de tal forma que le aclara toda duda o incertidumbre (y a nosotros).
“—Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios,
—respondió Jesús—. Lo que nace del cuerpo es cuerpo; lo que nace del Espíritu es espíritu.”
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Nunca fuiste al extranjero ni escribiste un best seller; nunca escalaste el cerro más alto para escribir tu nombre en una roca ni nadaste mar adentro porque tu alergia, porque tu miedo, porque tus nauseas a la sal.
No hiciste muchas cosas que ahora ya te están vedadas, aunque los motivadores que se erigen en las modernas plataformas dicen que todo es posible si puedes creer.
De una cosa estoy segura, que naciste de nuevo aquel día de mayo cuando la tierra oscilaba en una danza frenética y miraste al cielo buscando refugio como los otros, arrodillada en medio de la calle. Clamaste a voz en cuello y ese grito traspasó la atmósfera, el suelo se aquietó y una insólita paz inundó el barrio. Los hombres lloraban sentados en la acera, los niños silenciosos, los vecinos se unieron en una acción de gracias. Nunca volviste a ser la misma, habías nacido para la vida eterna.
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Audio lectura de hoy:
2 Corintios capítulo 5
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