martes, 13 de febrero de 2024

Una promesa osada.


Ana estaba tan triste que no dejaba de llorar. 
Por eso oró a Dios y le hizo esta promesa: 
«Dios todopoderoso, yo soy tu humilde servidora. 
Mira lo triste que estoy. 
Date cuenta de lo mucho que sufro; no te olvides de mí. 
Si me das un hijo, yo te lo entregaré para que te sirva sólo a ti todos los días de su vida. 
Como prueba de que te pertenece, nunca se cortará el cabello».
1 Samuel 1:10-11 TLA
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Un dicho describe esta situación:
 "a grandes problemas, grandes soluciones".

Una mujer sin hijos en aquella sociedad era digna de conmiseración. 
Años de humillación y burlas. 
La esterilidad  un castigo divino. 
Hasta que tocas fondo ¿no?
Ahí es cuando te levantas porque no tienes nada que perder; te levantas y enfrentas la situación, sea lo que Dios quiera. 
Enfrentar las carencias propias requiere más fe y decisión de lo habitual. 
Todo puede suceder si una oración desesperada toca el oído del Dios Todopoderoso. 
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Esta es una maravillosa historia del amor de una madre y el notable hijo "hacedor de reyes" le llamó alguien. 
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Audiolectura hoy:
Libro primero de Samuel, cap. 1


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Ilustración, detalle de pintura de Sassoferrato, ver aquí:

https://en.wikipedia.org/wiki/ 



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