El que por codicia se beneficia
a través de “información privilegiada”
trae sufrimiento a su propia familia;
el que odia los sobornos
[ no los recibe ni los paga]
vivirá una vida sin ataduras.
Proverbios 15:27 (paráfrasis)
"Mathew Martoma, ex administrador financiero en el controversial fondo de cobertura SAC Capital Advisors, fue condenado a pasar nueve años en prisión.
¿El crimen?, el caso más lucrativo de uso de información privilegiada en la historia de la justicia estadounidense, con una ganancia reportada de 275 millones de dólares.
Fue contratado en el 2006 por SAC Capital Advisors, propiedad del multimillonario Steven A. Cohen.
Martoma recomendó al fondo adquirir acciones de dos empresas farmacéuticas, Elan y Wyeth, basándose en información privilegiada que recibió de parte de dos doctores encargados de administrar las pruebas de una nueva droga contra el Alzheimer.”
Hay una proporción matemática de mal exponencial entre el ofertante y el receptor de un soborno o como eufemísticamente se le llama “información privilegiada”.
Un caos de ilegalidad, un mundo paralelo donde la ley es del que puede pagar; un mundo de injusticias en su máxima medida.
Exagero.
Sí, exagero, porque me estremezco ante la visión de un mundo conducido por poderes oscuros que especulan ilícitamente. La cadena de la codicia se hace más fuerte cuando más personas se unen a ella por el temor a perder la ventaja. Lo vemos en otros países y también en el nuestro.
Aborrecer el soborno es un elemental acto que toda sociedad debe resguardar; conlleva una acción positiva oponerse personalmente a dar o recibir “coimas” de la índole y el porcentaje que sea. No es cuestión de grandes capitales, puede suceder que desees "sacarte" una multa recurriendo a un amigo que puede hacerlo a cambio de una módica suma.
O apurar un trámite...
O ...ya sabes, todos hemos sido tentados en algún tramo.
No es tan fácil renunciar (nadie dijo que lo fuera) a grandes ganancias de medios non sanctos.
No es fácil mantener la honestidad cuando tus vecinos se enriquecen y se ríen en tu cara, o algún amigo te llama ingenua.
Pero en la medida que tu fe crece, la codicia se debilita. Y el Señor provee lo que necesitas sin que nadie te ate a deudas morales, que salen más caras que el interés bancario.
Afirma en tu corazón lo que un día dijo el apóstol:
Soy, ciertamente, humano; pero no lucho por motivos humanos ni las armas con que peleo son humanas, sino divinas, con poder para destruir cualquier fortaleza. Soy capaz de poner en evidencia toda suerte de falacia o de altanería que se alce contra el conocimiento de Dios. (2 Corintios 10:3-5)Coima:
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