sábado, 16 de enero de 2021

Autoevaluación.

Un trabajador honrado e inteligente 
puede ser ascendido a tal punto 
que su patrón le incluirá en su testamento. 

La plata y el oro 
se prueban a altas temperaturas; 
Dios el Señor prueba 
nuestras motivaciones. 

 Proverbios 17:2-3 (paráfrasis) 

Deberíamos saber que las pruebas son parte del todo. 
El aprendizaje necesita evaluación, el niño necesita ser medido, no hay forma de saber si está creciendo normal. La vida en sí misma nos enfrenta a pruebas más o menos dolorosas de las que podemos sacar lecciones preventivas que no ayuden a vivir mejor. 

Tal vez adquirimos ese temor de niños cuando el profesor nos decía de entrada y sin aviso: “saquen una hoja, ponga su nombre, vamos a hacer una prueba”. Así de sopetón y sin anestesia. Ahí quedábamos pegados al pupitre, aturdidos, tiesos, en las nubes; pero a medida que el maestro preguntaba, todo lo que habíamos estudiado iba dilucidándose y sorteábamos el momento con éxito. 

Más que esperar el examen de Dios podemos auto-probarnos cada día, como lo hacía el rey David cuando dice:  
Dios mío, 
mira en el fondo de mi corazón, 
y pon a prueba mis pensamientos. 
Dime si mi conducta no te agrada, 
y enséñame a vivir 
como quieres que yo viva.

Salmos 139:23-24 (TLA)





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