una mesa donde hay paz
es –lejos- mejor
que una mesa de elegancia gourmet
y todos los comensales enemistados.
Proverbios 17:1 (paráfrasis)
Después de aquella operación médica estuve dos días sin comer, solo agua, luego un poco de jugo y a la mañana de un día que apenas recuerdo, un diente de marraqueta. Sin nada adentro como usualmente se sirve. Pero no tengo memoria de algo tan deleitoso y suave; era un conjunto de emociones, volver a la vida, al sabor, a la realidad, a la gratitud, todo concentrado en ese pequeño trozo de pan.
No es el bocadillo más o menos gourmet; no es la cantidad o variedad, es simplemente la paz.
La tranquilidad interior y exterior; la seguridad que ese plato de comida nos dará nuevas fuerzas, al contrario de los reyes que tenían un catador de sus comidas por temor a ser contagiados de alguna enfermedad o sencillamente eliminados por algún conspirador.
Un corto relato: en la Breve Historia de los godos se cuenta la vida del rey Sisebuto, “como ha dicho un moderno estudioso Sisebuto fue “quizá el más culto, piadoso y sensible de todos los monarcas visigodos”. (España 621-621)
Murió envenenado.
A los pocos días también falleció su heredero, presuntamente de la misma causa.
Ya te darás cuenta el privilegio que tenemos de vivir como simples ciudadanos; a la hora de sentarnos a la mesa podemos inclinarnos libremente y dar gracias a Dios, en compañía de la familia o solos, bendecir el alimento y gustar los sabores con las benditas papilas con las que fuimos dotados ¿no te parece maravilloso?
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