Cuando el corazón de la persona es altivo,
casi siempre termina en algún desastre;
la persona humilde de espíritu
a la larga recibirá honra.
Proverbios 18:12 (paráfrasis)
Conocí a Albert cuando estudiaba en el seminario.
Hijo de misioneros en Argentina, hablaba ese español mezcla de gringo y ché que nos divertía a todos; le ayudé con sus clases de exégesis que eran difíciles incluso para los más estudiosos. Él nos contó de la guerra en Vietnam.
Por las tardes tomábamos mate “como los argentinos”, amargo y sin remover.
Fuimos su opción rehabilitadora. El servicio militar prestado a su país en el Sudeste asiático lo había dejado al borde de la locura.
Como un animal herido, poco a poco empezó a confiar en nosotros, el miedo y el desdén desaparecieron de su mirada, supo que éramos sencillos y amigables. El compañerismo, la hermandad y la confianza hacen maravillas en el corazón humano.
Albert superó sus temores y enterró sus fantasmas en días de lecturas y oración en las tierras frías y lluviosas del Sur. Terminado el año viajó a México acompañado de sus padres, allí encontró una esposa e inició un ministerio de rehabilitación para los heridos de guerra.
A veces vivimos humillaciones, tristezas o malos tratos; Dios mira todas las injusticias y desde el quebranto Él levanta un pueblo poderoso que proclama el Nombre de Cristo como el reivindicador de toda la vida.
La humildad es un arma poderosa que moldea un carácter capacitandolo para ayudar a otros; el tiempo y la Gracia de Dios harán su tarea.
“¡Vengan, adoremos y postrémonos!
Arrodillémonos delante del SEÑOR, nuestro Hacedor.”
Salmos 95:6 (RV 2015)
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La noticia del día:
La Acrópolis de Atenas (Grecia) amaneció con un manto de nieve el lunes 16 de febrero 2021 foto AFP.
Tal vez por esta puerta ingresó un día hace siglos el apóstol Pablo.
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