dejarse dominar por la pereza es una debilidad;
la flojera solo lleva a sufrir hambre y pobreza.
Proverbios 19:15 (paráfrasis)
Después de un año de covid-19 hemos constatado algunas cosas que nos parecían tan naturales y cotidianas que no les dábamos importancia.
La pereza soñada resulta aburrida y desdichada.
Se ha comprobado que procrastinar es antinatural y la flojera nacional ha atrofiado la musculatura; la obesidad de los carbohidratos se va quedando junto con las cuarentenas, unos kilos extra y el "paso a paso".
Los niños desean volver al colegio, los profesores están colapsados con las clases online; los restaurantes quebrados o a punto y para qué seguir por ese camino.
Evidencia, los trabajadores desean volver a trabajar no solo por la paga, los veo reír sentados en las veredas contando historias, mirando memes, compartiendo ese descanso sagrado que es la colación de mediodía.
Las casas pequeñas ya parecen cárceles, poco ejercicio, pocos ingresos, oh soñado trabajo, sin ti nos aburrimos como ostras y estamos a punto de descender a los más bajos peldaños sociales, pocos ingredientes para “parar la olla” y horas infinitas buscando una oportunidad. Eso de "quédate en casa" ya no suena atractivo; la prueba está en la cantidad de personas que circulan en días de cuarentenas, aun a riesgo de multas.
El descanso después de una jornada laboral, el paseo de fin de semana, las vacaciones después de un año de teletrabajo, es nuestra cultura y rutina.
Algunos psicólogos sostienen que estamos hechos para la pereza; la realidad habla algo distinto, el trabajo es una bendición y el descanso también. Ambos conviven en nuestra cotidianidad, ambos se aprecian en la medida que tiene cada uno.
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La noticia del día: Italia, Siena: el pelotón participa en la carrera ciclista masculina UCI World Tour "Strade Bianche", 184 km en Siena. Foto: Dirk Waem / BELGA / dpa
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