vive con sabiduría;
Si eres inteligente para vivir,
tendrás mucho más felicidad que desgracias.
Proverbios 19:8 (paráfrasis)
Nadie se odia a sí mismo.
La noticia del día: La floración de los melocotoneros en Aitona es una maravillosa obra de la naturaleza. Foto de Pau Barrena / AFPEl apóstol Pablo sostiene, “Nadie aborrece su propio cuerpo; antes bien, lo alimenta y lo cuida con esmero” (Efesios 5:29)
Partiendo de esa premisa, podríamos inferir que el amor hacia sí mismo es –en algunos casos- bastante pobre, exiguo y frágil.
Trabajo excesivo.
Bebidas espirituosas en abundancia.
Cine hasta altas horas de la madrugada, mala calidad de sueño.
Productos cárnicos sin tope.
Sexo indiscriminado.
Y un largo etcétera de hábitos que hablan de una falta de amor propio.
Mi amiga Teresa le gustaban las bebidas de fantasía, invierno o verano, un vaso alto lo llenaba con cubos de hielo y sobre ellos derramaba el líquido. Aquella gran sonrisa de placer le duró por varios años hasta que aparecieron unos pequeños dolores de cabeza que se fueron intensificando con el tiempo.
La diabetes tipo 2 no esperó, luego la hipertensión; el desgano en el trabajo.
El médico fue drástico, nada de gaseosas y cero hielo. Ahí fue cuando la depresión tocó la puerta, “me han quitado todo el placer”, decía con esa voz que adquirimos cuando se nos priva de algo.
Amarse no es solo cuidar el organismo físico.
La salud emocional es parte de lo que somos.
Las grandes enfermedades espirituales e intelectuales las podemos observar sin ser sociólogos, en toda nuestra sociedad.
Poca lectura, poquísima Biblia, poco arte, casi nada de estudio, poca meditación en Dios, poquito amor con la propia alma.
¿Habrá algún remedio?
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que bello escribes
ResponderEliminarGracias, Mucha.
ResponderEliminarDios te bendiga.