vive una vida lujosa y desproporcionada;
pero es peor cuando un esclavo
sin conocimiento llega a gobernar.
Proverbios 19:10 (paráfrasis)
El lujo en sí mismo no es lo extraño.
Ni una abultada cuenta bancaria es moral o inmoral en sí misma.
Se trata del propietario de los bienes y lo que se hace con ellos.
Una antigua canción me divertía (por decirlo así) “Yo no sé por qué mi Dios /le regala con largueza /Sombrero con tanta cinta /a quien no tiene cabeza…”
Si de poetas hablamos, Asaf, el cantante principal del coro Rey David, se lamentaba: "Esos perversos dicen: «¿Es que Dios se va a enterar? ¿Acaso el Dios Altísimo tiene entendimiento?» Son perversos, sin embargo viven a sus anchas
y cada vez se hacen más ricos." (Salmos 73)
Tal vez Salomón fue testigo de estas divergencias sociales porque se lamenta:
“He visto otro mal bajo el sol: los reyes y gobernantes cometen un grave error cuando le otorgan gran autoridad a gente necia y asignan cargos inferiores a personas con capacidad comprobada.” Eclesiastés 10:5-6
El reinado de la incompetencia solo proporciona injusticias, dolores y delitos.
Lo vemos a diario.
El acceso al mercado del lujo da placer y un cierto aire de importancia, sin duda.
Nuestro leitmotiv está más allá de las cosas que podemos o no podemos disfrutar.
“Por tanto, preparen su entendimiento para la acción . Sean sobrios en espíritu, pongan su esperanza completamente en la gracia que se les traerá en la revelación de Jesucristo. (1 Pedro 1:13)
(Fotografía de Dubai, belleza y lujo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario