martes, 9 de marzo de 2021

Incoherencias.

Algo anda mal cuando un insensato 
vive una vida lujosa y desproporcionada; 
 pero es peor cuando un esclavo 
sin conocimiento llega a gobernar. 

Proverbios 19:10 (paráfrasis)

 El lujo en sí mismo no  es lo extraño.
Ni una abultada cuenta bancaria es moral o inmoral en sí misma. 
Se trata del propietario de los bienes y lo que se hace con ellos. 
Una antigua canción me divertía  (por decirlo así) “Yo no sé por qué mi Dios /le regala con largueza /Sombrero con tanta cinta /a quien no tiene cabeza…” 
Si de poetas hablamos, Asaf, el  cantante principal del coro Rey David, se lamentaba: "Esos perversos dicen: «¿Es que Dios se va a enterar? ¿Acaso el Dios Altísimo tiene entendimiento?»   Son perversos, sin embargo viven a sus anchas y cada vez se hacen más ricos." (Salmos 73) 

Tal vez Salomón fue testigo de estas divergencias sociales porque se lamenta: “He visto otro mal bajo el sol: los reyes y gobernantes cometen un grave error  cuando le otorgan gran autoridad a gente necia y asignan cargos inferiores a personas con capacidad comprobada.” Eclesiastés 10:5-6 

El reinado de la incompetencia solo proporciona injusticias, dolores y delitos. 
Lo vemos a diario. 
El acceso al mercado del lujo da placer y un cierto aire de importancia, sin duda. 

Nuestro  leitmotiv está más allá de las cosas que podemos o no podemos disfrutar. “Por tanto, preparen su entendimiento para la acción . Sean sobrios en espíritu, pongan su esperanza completamente en la gracia que se les traerá en la revelación de Jesucristo. (1 Pedro 1:13)

(Fotografía de Dubai,  belleza y lujo)





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