y si además disculpa la ofensa, tiene gran honor.
Proverbios 19:11 (paráfrasis)
Era un bucólico domingo por la tarde, lo recuerdo porque nos habíamos vestido de "etiqueta" -mi madre y yo-, para ir al templo.
Las voces llegaron de la calle, dos muchachos, uno blandía un cuchillo y el otro una echona, se habían engarzado en una discusión que los llevó a un final trágico.
Ambos terminaron dañados; uno quedó malherido de un brazo, el otro fue operado del vientre.
Sobrevivieron; las secuelas quedaron en sus cuerpos como evidencias de un ataque de ira que no pudieron controlar.
No siempre las explosiones de furia terminan en peleas.
No siempre terminan en heridas o muerte.
Pero a veces sí.
No nos conocemos tanto a nosotros mismos; es difícil saber cuán dilatada será nuestra elasticidad y nuestro control del carácter si no hemos sido puestos en el límite. Tal vez es mejor no llegar a ese punto ¿para qué tentar lo desconocido?
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Detén la ira
Baja las manos
Respira hondo.
La furia, como el vendaval, arrasa lo sagrado y no hay restauración a corto plazo.
En un minuto la vida puede arruinarse para siempre, si el furor del alma no puede controlarse.
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No confundamos la paciencia de una persona con falta de carácter, cobardía o abulia. No es necesariamente la debilidad lo que hace que un hombre sea lento para airarse, es más bien la sabiduría, aquí descrita como prudencia, cordura, dominio propio, discernimiento, buen juicio, en suma, sensatez.
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La noticia del día: Gacelas Mohor, consideradas en peligro de extinción han logrado sobrevivir en Almería. (foto, el Confidencial)
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