Tantos deseos de tener riqueza te han agotado;
si no desistes corres el riesgo de debilitar tu salud.
¿Has de entregar tus fuerzas
a capitales que desaparecen de un día para otro?
Examina la historia del mundo,
las grandes fortunas han cambiado de dueño;
volaron como si tuvieran alas.
Proverbios 23:4-5 (paráfrasis)
Steve Jobs era un chico de clase media que empezó en un garaje a amasar su fortuna.
Dedicó su vida a la informática y muchos lo consideran un genio.
Tras su muerte, a los 56 años (cáncer), su esposa Laurene Powell Jobs heredó su fortuna, incluidas 5,5 millones de acciones de Apple y una participación del 7,3% por ciento en Walt Disney Company, lo que la convirtió entonces en la tercera mujer más rica de Estados Unidos y la quinta del mundo (actualmente es la sexta), según Forbes.
¿No es una historia interesante?
Como lo relata en Eclesiastés el mismo rey Salomón: “Algunas personas trabajan con sabiduría, conocimiento y destreza, pero luego tienen que dejarle el fruto de su labor a alguien que no ha trabajado para conseguirlo. Eso tampoco tiene sentido, es una gran tragedia. (Eclesiastés 2:21 NTV )
La ambición, el deseo de progreso y disfrutar de bienes materiales mueve al mundo.
Es legítimo, el mundo moderno promueve el crecimiento económico y la educación financiera. El proverbista sabe lo que es disponer de grandes riquezas, recuerda, "Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada. " (1 Reyes 10:21)
Querer tener es una meta que debería acompañarse con querer ser.
Ser sabio, justo, devoto de Dios y todo lo que conlleva.
¿No te parece un deseo más equilibrado y completo para tener una buena vida?
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