es como una fuente de agua sucia y manantial contaminado.
Proverbios 25:26 (paráfrasis)
El hombre abría su ventana tres veces al día para orar y dar gracias a Dios, en dirección a su templo.
Aquella vez lo hizo como siempre y fue arrestado, juzgado y condenado a muerte.
¿Qué diferencia había entre esa ocasión y las anteriores?
Una nueva ley.
“Ordene usted que, en los próximos treinta días, todo aquel que ore a quien sea, divino o humano—excepto a usted, su majestad—, sea arrojado al foso de los leones. Ahora bien, su majestad, emita y firme esta ley de tal modo que no pueda ser alterada, una ley oficial de los medos y de los persas que no puede ser revocada». Así que el rey Darío firmó la ley.” (Daniel 6: 7-9)
Tal vez no lleguemos a ese extremo.
Tal vez.
Contaminar nuestra alma por cuestiones del aquí y el ahora no es una buena decisión. Tenemos el poder del Espíritu para soportar.
Ruego a Dios que en el día de la prueba –grande o pequeña- salgamos ilesos de ella.
La cicatriz de una falla no se borra jamás.
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