lunes, 26 de julio de 2021

Agua contaminada.

Un creyente que compromete su integridad ante un impío, 
es como una fuente de agua sucia y manantial contaminado.

Proverbios 25:26 (paráfrasis) 

El hombre abría su ventana tres veces al día para orar y dar gracias a Dios, en dirección a su templo.

Aquella vez lo hizo como siempre y fue arrestado, juzgado y condenado a muerte. 
¿Qué diferencia había entre esa ocasión y las anteriores? 
Una nueva ley. “Ordene usted que, en los próximos treinta días, todo aquel que ore a quien sea, divino o humano—excepto a usted, su majestad—, sea arrojado al foso de los leones. Ahora bien, su majestad, emita y firme esta ley de tal modo que no pueda ser alterada, una ley oficial de los medos y de los persas que no puede ser revocada». Así que el rey Darío firmó la ley.” (Daniel 6: 7-9) 

Tal vez no lleguemos a ese extremo. 
Tal vez. 
Contaminar nuestra alma por cuestiones del aquí y el ahora no es una buena decisión. Tenemos el poder  del Espíritu para soportar.
Ruego a Dios que  en el día de la prueba –grande o pequeña- salgamos ilesos de ella. 
La cicatriz de una falla no se borra jamás. 

***
 

 La noticia del día: 
Llama olímpica arde en Tokio (julio 2021)



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