viernes, 6 de agosto de 2021

La pereza de cada día.


Los haraganes dicen: "¡Es peligroso ahí fuera!   
¡Los tigres merodean por las calles! " 
luego tiran las mantas sobre sus cabezas.

Así como una puerta gira sobre sus goznes,
un perezoso se da vuelta en la cama.

El holgazán indolente mete el tenedor en el pastel,
pero es demasiado flojo para llevárselo a la boca.

Así fantasean con su importancia personal;
ellos piensan que son más inteligentes
que toda una facultad universitaria.

Proverbios 26:13-16 (MSJ)

Las ideas más inverosímiles pueden surgir de una mente que se excusa para no realizar lo que se le pide, básicamente el mínimo esfuerzo de no fagocitar. 

El peligro inminente de un animal salvaje en las calles es lo más remoto que se podría dar como pretexto. Así, regresa al calor de las amables sábanas que lo envolverán sin reproches. Luego se levanta, alguien ha preparado comida pero sus fuerzas disminuyen por la falta de ejercicio y la modorra. 
Aun así, al perezoso le quedan algunas ideas que lo alientan a sostener su vida incomprensible. 

 El círculo vicioso de inactividad no tardará en menguar la iniciativa, confundir el pensamiento y recluir en el ostracismo personal. 
¿Qué hay detrás de ese desgano que  atrapa entre las sábanas? 
¿Miedo? 
¿Depresión? 
¿Tristeza? 
¿Un problema que no desea enfrentar? 
¿Abrumada por múltiples tareas pendientes? 

La flojera nos acecha como una tentación que algunos les cuesta resistir.
A veces no es ninguna vergüenza tomarse un día de inactividad, ayer hablamos de los equilibrios necesarios.
Hacer de la pereza un hábito nos llama a reflexionar en el porqué.
***

Si deseas profundizar el tema:

Cuando la pereza es anormal.


Covid 19 y pereza


Construir la vida  



Ilustración de aquí:
 

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