miércoles, 18 de agosto de 2021

Sin envidia (parte dos)

La ira es feroz 
y el furor abruma hasta el límite; 
sin embargo 
¿quién podrá aguantar una persona envidiosa? 

Proverbios 27:4 (paráfrasis)

Verde de envidia, es una expresión popular. 
Todos hemos transitado ese tramo de la vida donde la envidia acecha y quiere que ahí nos quedemos; su mayor deseo es amargarte la vida.
Esa sensación punzante de cierta injusticia, que no tengo lo que otros tienen, que lucho y me esfuerzo sin lograr atrapar lo que quiero; el otro lo logra sin esfuerzo o –peor aún- lo hereda. 

Él era un gran músico. 
Director de la orquesta, servidor real, gozaba de una linda familia, la música llenaba su alma. 
Pero algo había, una insatisfacción que le provocaba la prosperidad de algunos que ni siquiera servían al Altísimo. 
“Yo estuve a punto de tropezar 
y por poco me alejo del camino. 
Sentí envidia al ver que los arrogantes tenían éxito 
y los perversos se enriquecían. 
Vi que no tienen que luchar tanto para sobrevivir; 
están gordos y saludables. 
No pasan por dificultades como los demás,
ni sufren los problemas que a todos nos afectan comúnmente.” 
(Salmos 73:2-5 PDT)

¿Cómo se curó Asaf de ese sentimiento desagradable?

"Me porté contigo como un animal, 
 estúpido e ignorante.
Yo tengo todo lo que necesito; 
 estoy siempre a tu lado, 
 me llevas de la mano derecha. 
Tú me guías y me das consejo,
y después me llevarás con honor. 
¿A quién tengo yo en el cielo sino a ti?
Si estoy contigo, no quiero nada más en la tierra.
Puede que mi mente y mi cuerpo se destruyan, 
pero tengo a Dios que es la roca que amo; 
él es todo lo que necesito en mi vida.".
(Salmos 73:22-26)
***


Sin envidia, parte uno)







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