aplauden sus logros y sus virtudes;
su esposo se une y al unísono la alaban.
Proverbios 31: 28 (paráfrasis)
Conocí a la hermana Betty en una iglesia no pentecostal.
Nadie decía amén en voz alta y los himnos se dirigían al sonido de un piano de cola.
Ella tocaba ese piano con maestría.
Me pareció la imagen viviente de la mujer que nos describe Lemuel.
Admiré sus modales pausados, sus consejos, sus hijos que la acompañaban a las reuniones y su esposo que siempre le sonreía desde lejos como si los unieran hilos invisibles.
Cierta vez nos invitó a tomar té.
Cuando atravesé la puerta de su hogar me envolvió algo indefinible, paz, tranquilidad, orden, no sé exactamente lo que era.
En ningún otro lugar he experimentado esa atemporalidad.
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