martes, 24 de octubre de 2023

Cuando el pecado aparece como un fantasma.

A veces las emociones desbordan la impavidez o el protocolo.  
Nos sentimos descolocados, con un poco de vergüenza ajena frente a escenas demasiado emocionales. 
Somos testigos incómodos del momento en que hay  muchos sentimientos, mucosidades, llantos y gritos. 
Todo se justifica ante este tamaño encuentro entre José y sus hermanos. 
¿Cuántos años han pasado?
¿Cuánto resentimiento mascullado en miles de horas desveladas?
¿Cuántos arrepentimientos, autoreproches y más lágrimas?
¿Qué sabemos de las inquietudes de los hermanos de José?
Perseguidos por el recuerdo que no les deja dormir; tal vez esperando que de pronto  aparezca José como un fantasma, días y días con la culpa recurrente, mirando como el padre -Jacob-  se consume de pena. 

Y de pronto la realidad de su pecado aflora nítida como una bofetada que los deja paralizados. 

Unos dirán "bien merecido tienen el susto".
O "que paguen por el mal que le hicieron al pobre muchacho". 
Y es ahí donde aparece la Gracia. La Gracia con mayúscula. 
La misma Gracia de Cristo cuando extiende la mano y dice: "Quiero, se limpio"; la misma Gracia cuando  dice: "ni yo te condeno..."
La Gracia es incomprensible, extravagante, asombrosa.

José es pura Gracia cuando les habla: "...no se inquieten ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido. 
Fue Dios quien me envió a este lugar antes que ustedes, a fin de preservarles la vida." 
Génesis 45:5 NTV
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Audiolectura de hoy:
Génesis 45 NTV

Génesis cap. 46 NTV




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