Si tienes el poder adquisitivo para ayudar a quién lo necesita, no te niegues.
Simplemente hazlo.
Si tu prójimo o tu hermano solicita de ti un préstamo no le digas "vuelve mañana”, si tienes para ayudarlo de inmediato.
Proverbios 3: 27-28
En un lugar profundo (y a veces ni tanto) de nuestro interior vive un avaro que lucha por salir.
¿Qué decimos cuando alguien nos pide dinero prestado?
Mmnnn…
Primer pensamiento ¿cuánto querrá que le preste?
Segundo pensamiento: ¿cuándo me lo devolverá?
Tercer pensamiento: Y ¿si no me lo devuelve?
Cuarto pensamiento: Lo consultaré con la almohada.
La compasión financiera solo debería estar limitada por la insolvencia.
Nuestra atención a la necesidad de los otros es la medida de nuestro compromiso con el Dador, la demora o la prisa de un acto humanitario puede cambiar el curso de una persona, de una familia o de una comunidad.
Descuidar el impulso para hacer el bien solo me hace mal a mi misma; la negación es como una espina en la memoria, más temprano que tarde nos deja una huella dolorosa.
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