Pobreza y vergüenza tendrá el que desprecia la disciplina, pero el que acepta la reprensión logrará honra.
Proverbios 13:18 (RV2015)
La pobreza tiene su raíz principal en el corazón humano.
La forma de compartir el mundo, la manera de practicar los desafíos, las motivaciones, las amistades que elegimos, las circunstancias, nuestros hábitos disciplinarios y por sobre todo, la Gracia de Dios; todo es un conjunto que nos lleva a tomar decisiones, a veces resultan bien, otras nos atrapan en situaciones indeseables.
Sé lo que es la pobreza y no me pone nerviosa.
Sé lo que es hacer comida con un dólar.
Sé lo que es pedir prestado y cancelar intereses usureros. He visto su fea cara pero no logró asustarme; una oración de fe puede convertirla en una oportunidad de trabajo.
Sé lo que es vivir al día, sin reservas bancarias ni perspectivas de inversión.
Cuando se está en el fondo de la bancarrota el Señor Dios crea las conjunciones financieras para levantar a aquellos que confían en Su poder, por cierto, un profundo aprendizaje.
La pobreza no tiene porqué ser vergonzosa.
Doña Pobreza y doña Vergüenza no son sinónimas, aunque a veces andan juntas, en especial cuando somos tercos y prejuiciosos.
Leímos en algunos post anteriores de esa cualidad que Dios nos da, ser enseñables. Tal vez sepamos mucho de muchas cosas, pero nunca sabremos todo lo que necesitamos, esa es la lindeza de la vida, aprender como si nuestra existencia fuera un río que cambia y se renueva, que descubre nuevos cauces.
Si eres pobre recibe el consejo de la Palabra.
Si eres rico recibe el consejo de la Palabra.
Te regalo esta sencilla concordancia bíblica para que investigues sobre tu condición.
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