lunes, 15 de febrero de 2021

Seguridad en tiempos inciertos.


Torre fortificada es el nombre del SEÑOR; 
el justo correrá a ella y estará a salvo. 

Proverbios 18:10 (RV2015) 

Entre las historias más extraordinarias del mundo está aquella del libro de Éxodo, capítulo 3; un diálogo entre un mortal y el Eterno. Entre un hombre finito y el Creador infinito. 
Cuando Moisés pregunta el nombre de Dios, este le responde: 
“—Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: “El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes”. ¿Qué les respondo si me preguntan: “¿Y cómo se llama?”? 
Yo soy el que soy  —respondió Dios a Moisés—. 
Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas: “Yo soy me ha enviado a ustedes”. 
Éxodo 3:13-14 

Para los antiguos era de suma importancia dar al recién nacido el nombre que lo definiría durante toda su vida. Lo que es la persona está en su nombre, como una marca. De ahí que cuando algunos se encontraron con el Señor, cambiaron su nombre, o Dios mismo lo hizo, como en el emblemático caso de Jacob (suplantador) que llegó a ser Israel (el que lucha con Dios) 
Génesis 32:28. 
“En mi nombre…” indicó el Señor Jesús (Marcos 16:17) 
El nombre del Señor es una torre donde podemos tener seguridad, refugio, amparo, abrigo; invocando su nombre las tinieblas retroceden, los problemas se minimizan, la inquietud es derrotada.
Él es nuestra defensa eterna.

***


La noticia del día: 
Ejemplares  jóvenes de ñandú en el Parque Nacional Patagonia, en el sur de Chile, un programa que busca preservar esta especie al borde de la extinción en esa región. Aysén 2021.

 





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