martes, 20 de abril de 2021

¿Qué fortuna deja un príncipe, un rey, un presidente?


Un gobernante que ha puesto 
su vida en manos del Señor, 
Dios lo dejará fluir por donde Él desea; 
y -como un río-,
repartirá  bendición abundante  a su paso.

 Proverbios 21:1 (paráfrasis)

Los periódicos del mundo han multiplicado la noticia: el viernes 9 de abril ha fallecido el príncipe Felipe de Edimburgo, esposo de la reina Isabel de Inglaterra. 
Los medios han curioseado hasta en lo más recóndito para encontrar imágenes divertidas, familiares, comprometedoras o licenciosas. 
Una vida longeva tiene mucho de realidad y ficción. 

El curso de los asuntos humanos nos perturba, a veces nos alegra y otras nos causa opresión en el espíritu.
La muerte de uno que tenía “sangre azul”  -en el decir de nuestros padres-, conmueve al mundo porque nos define humanos e iguales frente a la eternidad. 
La realidad de un Dios Santo   especifica lo que somos, no el color de la piel o la gran o pequeña cuenta corriente; menos la bijouterie  de más o menos valor económico o la belleza del porte y los rasgos aristocráticos.  Somos humanos y preciosos porque Dios nos creó y "en Él vivimos y nos movemos y somos".

El rey Salomón –escritor de estos proverbios- declara que ha dejado su corazón en las manos del Señor Eterno y Él lo ha dejado fluir en la vida como un río que bendice a su nación. 
 ¿Qué fortuna deja un príncipe, un rey, un presidente? 
¿Más bienes materiales que inmateriales? 
¿Qué herencia deja un hijo de Dios?
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Un poco de historia acerca del príncipe Felipe de Edimburgo:

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La noticia del día: En Israel, a partir de hoy, las mascarillas al aire libre no serán obligatorias; la vacunación generalizada ha resultado en más apertura. / AFP


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Ilustración de la entrada: El rey Salomón es ungido. Pintura de Luca Giordano




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