Si una persona lisiada
no puede confiar en sus piernas,
menos se puede confiar en las palabras de un necio.
Tan inútil como atar una piedra en la honda
es alabar a una persona insensata.
Las declaraciones de un necio
lastimarán a otros como un bisturí
empuñado por un ebrio.
Proverbios 26:7-9 (paráfrasis)
Las palabras son poderosas, ellas definen, explican y crean realidades.
Se nos ha dotado con este poder desde que nacemos; desde pequeños entendemos que el lenguaje bien usado hará realidad nuestros deseos o provocará sentimientos en los otros. Un bebé repetirá hasta el cansancio mamá o papá para obtener una sonrisa.
Poderosas y peligrosas, nos asegura el proverbista.
Como se construyen mundos se pueden destruir con unas pocas palabras.
Gobernantes, políticos, dirigentes, líderes, todos saben cuánto efecto pueden otorgarle a un discurso y qué resultado lograrán si usan los términos que el oyente desea.
El Señor Jesucristo nos promete que:
«Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» (Juan 8:31-32)#usabienlaPalabra
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