martes, 2 de noviembre de 2021

El poder de la unión.

Cuatro seres pequeños 
habitan en la naturaleza, 
 ellos son más sabios 
que las personas sabias. 
Las langostas no tienen un líder 
pero avanzan como un ejército coordinado, 
arrasando toda siembra. 

 Proverbios 30:24 y 27 (paráfrasis) 

¿Qué sabemos de las langostas? 
Poco. 
Tal vez nada si vivimos en el centro de Santiago u otra capital cosmopolita y cubierta de cemento. 

Agur nos muestra un rasgo esencial de estos insectos, su comunicación para organizarse y lograr como un solo cuerpo su propósito. El código interno de su existencia es “la unión hace la fuerza”. 
Una langosta pequeña no es un peligro en absoluto, pero las millones que componen un enjambre hacen temblar naciones enteras. 
Estas pequeñas criaturas resistentes tienen alas largas, sutiles y superpuestas para viajar por el aire, y un par de patas traseras largas y articuladas para saltar obstáculos en el suelo. Las langostas jóvenes se organizan en compañías y por esa ley del instinto que el Señor puso en ellas inician su viaje en busca de comida.
Pueden viajar kilómetros hasta hallar su objetivo. 
Una verde siembra pronto quedará sin una brizna.

¿Te consideras pequeño como una langosta? 
Cuenta la historia que Moisés envió 12 espías a reconocer la tierra que Dios les había prometido. 
Unos dieron un buen informe, la tierra es de frutos abundantes, fértil y promisoria. 
Otros solo vieron las dificultades. 
“De modo que el informe de la mayoría de los exploradores fue negativo: ―La tierra está llena de guerreros, los pueblos que la habitan son poderosos, y vimos gigantes descendientes de Anac. Eran tan grandes que parecíamos langostas al lado de ellos.” 
(Números 13) 
Resultado, se devolvieron hacia el desierto por donde anduvieron 40 años. Solo porque se vieron pequeños, insignificantes y limitados en su fuerza. 
No vieron a Dios ni su propio potencial.
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