Dedíquense a la oración, y sean constantes en sus acciones de gracias.
Colosenses 4: 2 RVC
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Estaba en la caja del supermercado. Detrás, en la fila, un muchacho inquieto con una bolsa de pan en la mano. Lo dejé pasar delante de mí, adelantó y ni me miró, como si fuera su derecho. Le faltó una moneda, para que no hubiera más lentitud (la cajera parecía estar en práctica), le pasé una moneda y avanzamos. No me miró ni dio gracias, solo estaba ensimismado en su prisa.
A veces soy como ese chico.
Ingreso al tiempo de oración con tantas peticiones y pocas -poquitas- acciones de gracias.
El apóstol nos llama la atención para que la gratitud sea una constante en el día a día.
La vida es más que un pliego de peticiones -a menudo dolorosas- delante del trono de la Gracia.
No debo olvidar que el Señor es mi Señor y no el genio de las mil y una noches.
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Ejercicios de gratitud puedes ver aquí
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Audiolectura de hoy:
Colosenses cap. 4