Se acercó otro ángel y se puso de pie frente al altar.
Tenía un incensario de oro y se le entregó mucho incienso para ofrecerlo, junto con las oraciones de todo el pueblo de Dios, sobre el altar de oro que está delante del trono.
Apocalipsis 8: 3
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Se han abierto los sellos de los últimos acontecimientos.
La tierra resiste la caída de la civilización y el caos.
Nuevos eventos devastarán los habitantes llenándolos de temores.
El día que pronosticaron durante miles de años ha llegado.
Observa los sucesos.
Se dice que le fue dado mucho incienso para ofrecerlo junto con las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
Una oración privada dicha en la profundidad de la noche; una oración pública, aun la más discreta; una oración larga o una muy breve, todas valen frente al altar.
Ninguna es pasada por alto.
El éxito de las oraciones de los devotos de Dios es invariable.
Las oraciones llegan al mismo trono de Dios realzadas con el perfume del incienso.
Miles, millones de clamores se elevan día a día y pareciera que no hay un resultado evidente. Pero no, aprecia, lee y escucha con detención, hay un efecto gigantesco en los acontecimientos que siguen.
La oración tiene un poder inimaginable.
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Audiolectura de hoy:
Apocalipsis cap. 8