—¿Ustedes qué me aconsejan? —preguntó—. ¿Cómo debo responderle a este pueblo que me dice: “Alívienos el yugo que su padre nos echó encima”?
Aquellos jóvenes, que se habían criado con él, contestaron:
—El pueblo le ha dicho a usted: “Su padre nos impuso un yugo pesado; hágalo usted más ligero”.
Pues bien, respóndales de este modo:
“Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre.
Si él les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga!
Y, si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!”.
2 Crónicas 10:9-11 NVI
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Las malas decisiones de un gobernante las paga todo un pueblo.
Así fue en la historia de las naciones.
Así es en este moderno mundo democrático.
Espero en Dios que se pueda revertir la actualidad con el consejo atinado y la acción oportuna.
Porque tener todo el poder como lo tuvo el hijo de Salomón es una situación difícil, más aún si estás rodeado de jóvenes precipitados y soberbios.
Aquellos amigos no fueron los mejores, aunque se comprende cuando los niños se han criados en una burbuja.
¿Hay algún secreto para liderar con éxito un país?
Sin duda.
Dios les dio leyes hasta cómo comer o vestir. Integridad en los tratos, nobleza en las relaciones interpersonales, y sobre todo el amor al Señor.
El salmista nos dice: Bienaventurada la nación cuyo Dios es el Señor Eterno.