Entre asado y asado se pasa la vida, se fatiga la salud y empobrece el bolsillo;
demasiados festejos causarán penurias.
Proverbios 23:20-21 (paráfrasis)
Celebrar es una costumbre ancestral.
Celebrar porque sí y también porque no.
Si ganamos, aunque sea en el bingo del barrio, celebramos.
Perdemos un partido de fútbol, para la pena, un asado bien regado.
Nos encuarentenan, hagamos un asado en el patio.
Nos desconfinan, salgamos a comer…una parrillada.
En muchas casas las legumbres están proscritas; algunos estoicos no se rinden y siguen proclamando eso de "los lunes sin carne"..
Ni hablemos de las verduras, hay que adobarlas con harto aceto balsámico para hacerlas amigables.
Los chilenos comemos cerca de 80 Kg. de carne promedio anual. Los argentinos 110.
Y si de beber se trata, somos uno de los países más alcoholizados de Latinoamérica.
“Cada año se producen 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5,3% de todas las defunciones.
El uso nocivo de alcohol es un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos.” (*)
La moderación no es una tendencia.
La frugalidad entre los
millennials ha venido a romper algunos moldes, aunque sea una moda snob, por algo se empieza.
El proverbista no es vegetariano ni abstemio. Sabido es que los hebreos tienen su sistema “khoser”, carnes de res, cordero, pollo.
Y sin duda beben buen vino.
Todo el quid está en la cantidad y la frecuencia.
Comer como cretense (según el apóstol Pablo) y beber hasta quedar tirado en la cuneta, sin duda no son buenas perspectivas.
Con razón el apóstol lo explicita:
“Pero tú, se sobrio en todas las cosas…” (2 Timoteo 4:5)
El agua pura, las verduras y las frutas también son una opción deliciosa.
¡Salud!
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Consumo de carne se triplica:
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La noticia del día: Una garza real vuela buscando su comida en el río Villava, junio 10 de 2021 (fotografía el confidencial).