Este es el mensaje profético que escribió Agur,
hijo de Jaqué, en Massa;
lo trasmitió a Utiel, Ucal
y para la posteridad.
Dijo:
Reconozco mi torpeza e ignorancia;
carezco de inteligencia,
me falta discernimiento humano.
He estudiado muy poco
y no poseo conocimiento del Dios Santísimo.
Proverbios 30:1-3 (paráfrasis)
El escritor se presenta con la sencillez y humildad propia de las personas que se reconocen en su humanidad transitoria y limitada.
La temporalidad a la luz de la existencia de un Dios Santo y Eterno sobrecoge; no hay comparación posible entre lo inmutable y lo humano.
J.L. Borges alguna vez escribió:
“La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Éstos se conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser el último;”.
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Hemos llegado juntos en este recorrido por los proverbios de Salomón (con un alto grado de respeto y asombro). Estoy muy agradecida.
Hoy iniciamos un recorrido por otro escritor (Agur) un poco diferente en estilo y mensaje, igualmente interesante y trascendente.
La Gracia del Señor nos ilumine.
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La pintura de aquí: