A las montañas levanto mis ojos;
¿de dónde ha de venir mi ayuda?
Mi ayuda proviene del Señor,
creador del cielo y de la tierra.
No permitirá que tu pie resbale;
jamás duerme el que te cuida.
Salmos 121:1-3 NVI -CST
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Aquel año del terremoto y tsunami nos dejó alelados.
Muchos perdieron la vida, sus hogares y el rumbo.
Las redes sociales funcionaron, los organismos internacionales se pusieron en campaña, el gobierno hizo esfuerzos por volver pronto a la normalidad.
Se puso en actividad una diversidad de recursos para los tiempos difíciles.
Y fue lícito recurrir a ellos.
Más allá de todo lo que el engranaje social puede iniciar, un creyente tiene la certeza que todo viene de Dios, aunque llegue por una variedad de manos humanas.
La ayuda no se retarda porque el Señor cuida de los suyos.
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Audilectura de hoy: