DLE
1. adj. Perteneciente o relativo a Salomón, rey de Israel y de Judá.
3. adj. Dicho de una solución, de una decisión, de una sentencia, etc.:
Que intenta satisfacer parcialmente a todas las partes en conflicto, con propósito de ecuanimidad.
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¿Has escuchado eso de “juicio salomónico”?
Un divorcio, una riña entre hermanos, la partición de una herencia pueden crear conflictos irreconciliables.
Se recurre a un juez, árbitro o persona calificada para dirimir y decidir lo más justo, porque dejar contento a todo el mundo es difícil tarea. Dios da sabiduría a las personas para tomar las mejores decisiones para que haya paz entre las partes en conflicto.
La historia del juicio del rey Salomón se relata en el libro de los Reyes cuando en una ocasión vinieron dos mujeres a reclamar un niño:
"—Majestad, nosotras dos vivimos en la misma casa. Yo tuve un hijo, y tres días después, también esta mujer tuvo el suyo.
Sólo nosotras dos estábamos en la casa.
Una noche, el bebé de esta mujer murió porque ella lo aplastó mientras dormía.
A media noche se despertó, y al ver que su hijo estaba muerto, lo cambió por el mío.
A la mañana, cuando desperté, y quise darle leche a mi hijo, me di cuenta de que el bebé estaba muerto, pero cuando ya hubo más luz en la habitación, descubrí que no era mi hijo.
La otra mujer dijo:
—No, el niño que vive es mi hijo. El que está muerto es el tuyo.
La mujer que había hablado primero le contestó:
—No, el niño muerto es tu hijo. ¡El mío es el que está vivo!
Y así estuvieron discutiendo delante del rey.
Entonces Salomón dijo:
—Una de ustedes dice: “Mi hijo está vivo, y el tuyo muerto”.
Y la otra contesta: “No, el niño muerto es el tuyo, y el mío es el que está vivo”.
Salomón se dirigió a sus ayudantes y les pidió que trajeran una espada.
Cuando se la llevaron, Salomón ordenó:
—Corten al niño vivo en dos mitades, y denle una mitad a cada mujer.
Entonces la verdadera madre, llena de angustia, gritó:
—¡Por favor, Su Majestad! ¡No maten al niño! Prefiero que se lo den a la otra mujer.
Pero la otra mujer dijo:
—¡Ni para ti ni para mí! ¡Que lo partan en dos!
Entonces el rey ordenó:
—No maten al niño. Entréguenlo a la que no quiere que lo maten.
Ella es su verdadera madre.”
1 de Reyes 3:16-27 TLA
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La ilustración:
Pintura de Luca Giordano.