—Esto dice el Señor, Dios de Israel:
"Deja salir a mi pueblo para que celebre un festival en mi honor en el desierto”.
—¿Ah sí?—replicó el faraón—. ¿Y quién es ese Señor? ¿Por qué tendría que escucharlo y dejar ir a Israel? Yo no conozco a ese tal Señor y no dejaré que Israel se vaya.
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Ese mismo día, el faraón dio la siguiente orden a los capataces egipcios y a los jefes de cuadrilla israelitas:
Ese mismo día, el faraón dio la siguiente orden a los capataces egipcios y a los jefes de cuadrilla israelitas:
«Ya no les provean paja para hacer los ladrillos.
¡Hagan que ellos mismos vayan a buscarla!
Pero exíjanles que sigan fabricando la misma cantidad de ladrillos que antes. No reduzcan la cuota. Son unos perezosos; por eso claman: “Déjanos ir a ofrecer sacrificios a nuestro Dios”.
Cárguenlos con más trabajo. ¡Háganlos sudar! Así aprenderán a no dejarse llevar por mentiras».
Éxodo 5:1-4, 6-9 NTV
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Cuando Dios tiene un gran proyecto, también tendrá una tenaz oposición.
Más si se pierde un gran capital sin perspectivas de recuperación; recuerda que los egipcios no fueron especialmente creyentes en un solo Dios, menos aún en el Dios hebreo.
Después de 430 años si el Señor no escucha los clamores de su pueblo y toma la iniciativa, la esclavitud se hubiera eternizado.
Demasiados años de deshumanización.
Demasiadas lágrimas.
Abusos excesivos e intolerables para la justicia del Señor.
Así, "A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y juez?, a este lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le apareció en la zarza." Hechos 7:35
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