¡Que dancen en honor a su nombre!
¡Que le canten al son de arpas y panderos!
El Señor se complace en su pueblo,
y bendice a los humildes con su salvación.
Salmos 149:3-4 RVC.
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Danzar.
Del fr. ant. dancier, quizá de or. germ.
1. intr. Dicho de una persona: bailar ( ejecutar movimientos acompasados).
2. intr. Dicho de una cosa: Moverse con aceleración, bullendo y saltando.
Retozar de gozo.
Moverse al compás de la música.
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Danzar o bailar no solo es un asunto de diversión.
Desde tiempos inmemoriales los evangélicos en Chile no bailan, ni danzan, ni hacen florilegios con los pies o algo parecido, aunque la Palabra de Dios no lo objete.
Es más, el Eclesiastés señala que “hay un tiempo de bailar”.
Mi madre gustaba de la danza, aunque nunca la vi mover los pies ni para el “vals de los novios” en una boda.
Tal vez la tradición era más pesada que sus gustos personales.
Me han preguntado si es un pecado danzar.
¿Por qué podría un tan buen ejercicio contener maldad en sí mismo?
Preguntas similares se pueden hacer acerca de otras actividades como jugar fútbol, ir a la biblioteca, hacer parapente, nadar en la playa, etc. ¿no crees?
Hay mucho de lo que hacemos o no hacemos que se remite a usos y costumbres; los judíos danzaban, el rey David lo hizo, los salmos invitan a esta manifestación de alegría, pero la cabeza es más poderosa que los pies y los grandes prejuicios son peores que grilletes.
Danzar en sí puede ser un gran ejercicio como cualquier otro que beneficia la salud y alegra el corazón.
Sin duda –como todas las cosas que pertenecen a la vida y la devoción- tiene sus bemoles.
¿Qué se busca en todo lo que hacemos (o no hacemos)?
Un principio muy atinado nos lo plantea el apóstol Pablo:
“Así que, sea que coman o beban o cualquier otra cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios.”
1 Corintios 10:31 NTV
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Una buena canción para mover un poco los pies: